Los estresantes que pueden desequilibrarnos son de intensidad variable, desde muy traumáticos (robo, violación, diagnóstico de un enfermedad muy grave, etc.) a menos intensos que los anteriores (desempleo, divorcio, deudas, etc.). También pueden convertirse en factores estresantes situaciones que tienen una valoración positiva para el paciente como un ascenso profesional, casarse, ser padre, un cambio de domicilio, etc. Los síntomas que suelen aparecer son: ansiedad, inquietud, preocupación, alteraciones del sueño, etc. El paciente se siente desbordado, cree que no tiene recursos suficientes para superar lo que le está sucediendo y por eso solicita ayuda profesional.